
Pausas
Activas
Autotratamiento Presoterapia Manual y estimulación regenerativa
No siempre necesitás herramientas externas para cuidar tu cuerpo.
A veces, tus propias manos pueden convertirse en el instrumento más efectivo para relajarte, estimular la circulación, afinar la percepción interna y fortalecer tu salud.
Este tipo de contacto consciente se conoce como una forma de presoterapia manual, y cuando se realiza con atención, puede actuar como una poderosa técnica de autoterapia que revitaliza cuerpo y mente en pocos minutos.
Secuencia completa de estimulación corporal
1 · Con las yemas de los dedos, realizá un movimiento rápido y liviano, como si tocaras un piano.
Recorcé con ambas manos a la vez el rostro, el cuero cabelludo y el cuello, prestando atención a las zonas que más tensión suelen acumular.
2 · Luego, al descender, golpeá suavemente con los puños suaves, semicerrados, es decir, con la mano apenas cerrada, relajada, sin fuerza ni rigidez.
Aplicá estos golpecitos sobre el centro del pecho*, los hombros, los brazos, las manos y el abdomen.
La intención no es golpear fuerte, sino estimular el tejido con una percusión ligera, continua y rítmica.
3 · En la zona abdominal, seguí el sentido del sistema digestivo: comenzá por abajo a la derecha, subí por el costado, cruzá por encima del ombligo y bajá por la izquierda.
Este gesto favorece la digestión, mejora el drenaje linfático y activa la conciencia visceral.
¡
Volver al cuerpo
Cada 25 a 30 minutos, hacé una pausa. No solo para “estirar”, sino para volver a vos.
El cuerpo necesita variedad para mantenerse despierto, receptivo y vivo.
No se trata de hacer grandes ejercicios. A veces, basta un minuto bien hecho.
Ejercicio: Leer con el cuerpo entero
Sentate bien, con los pies apoyados por los costados de la silla si te es cómodo.
Separá los dedos de los pies, especialmente el 4.º y 5.º, para ampliar la base de apoyo.
Sentí los isquiones bien plantados en la silla, y desde allí, permití que la espalda se alinee sin esfuerzo.
Activá suavemente el abdomen o centro, como si abrazaras desde dentro tu eje.
Apoyá la espalda en el respaldo sin colapsar.
Relajá el cuello, retraé suavemente la cabeza, sin rigidez.
Mantené los codos cerca del tronco, y las muñecas neutras y relajadas.
Prestá atención a la mandíbula: que los dientes estén en contacto, pero sin presionar ni apretar.
Cerrá los ojos y sentí el peso del cráneo.
Llevá el aire hacia el abdomen durante unos segundos.
Abrí los ojos y leé una sola frase con total presencia.
Preguntate:
¿Cambió tu mirada?
¿Podés sostener esa calidad mientras trabajás, estudiás o te concentrás?
Estimulo del Timo
Cuando golpeás o presionás suavemente el centro del esternón, no solo liberás tensiones:
estimulás el timo, un órgano ubicado detrás del hueso del pecho, clave para el sistema inmune.
Aunque con los años disminuye su tamaño, el timo sigue cumpliendo una función energética, inmunológica y emocional.
Está conectado con el sistema linfático, con la vitalidad profunda y con el eje central del cuerpo.
Beneficios de estimular esta zona:
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Estimula la producción de linfocitos T, que fortalecen el sistema inmune.
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Activa la propiocepción del eje, reforzando la sensación de presencia interna.
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Mejora la circulación local y general, activando zonas que suelen estar dormidas.
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Despierta la interocepción, afinando la capacidad de sentir lo que ocurre dentro del cuerpo.
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Favorece la autorregulación del sistema nervioso, equilibrando entre tensión y reposo.
Además, este tipo de golpeteo suave tiene efectos directos sobre el sistema respiratorio:
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Relaja los músculos intercostales, ampliando la capacidad torácica.
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Favorece la remoción de aire residual, permitiendo una exhalación más completa.
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Estimula la movilización de secreciones (como mucosidades), útil en casos de congestión.
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Libera tensiones de la caja torácica, mejorando la respiración espontánea.
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Activa reflejos respiratorios naturales, despertando una respiración más libre y eficiente.
Un gesto simbólico
Presionar con las manos juntas
Otra forma sutil de conectar con esta zona es:
Colocá las palmas juntas, como en un saludo oriental.
Desde allí, usá las bases de los pulgares y la parte inferior de las palmas para ejercer una presión suave y firme sobre el centro del pecho.
Cerrá los ojos.
Respirá profundo.
Imaginá que estás tocando tu parte más sabia, más pura, más vital.
Este gesto, además de tener un efecto físico real, puede ayudarte a centrarte, calmarte y reconectar con tu eje interno.
No es solo una técnica corporal:
es un recordatorio de quién sos cuando estás presente en vos.
Estas pausas no son interrupciones.
Son respiraciones del sistema.
Momentos en que el cuerpo recuerda su eje, su ritmo y su capacidad de autorregularse.
A veces, un minuto de atención puede transformar una hora de automatismo.
Y un gesto tan simple como estimular el centro del pecho… puede ser el inicio de un cambio profundo.




