
Entrevista a
Mariano Maradei
¿Cuál es el objetivo
del libro?
El libro es un llamado a la autoobservación y a la toma de consciencia sobre el cuerpo. Invita a asumir la responsabilidad por muchas de las molestias o lesiones que nos generamos sin darnos cuenta, a través de hábitos posturales que repetimos día a día.
Mi intención es compartir información práctica y accesible que ayude a las personas a cuidar su cuerpo observando y comprendiendo los movimientos y posturas cotidianas.
Porque muchas veces, en lo simple y automático, están las claves para el bienestar físico.
¿Qué le recomendarías a las personas que están atravesando lesiones o dolores físicos?
Además de acudir a un buen profesional que los acompañe en el tratamiento de los síntomas, les sugeriría que también indaguen en las causas reales de sus lesiones. Muchas dolencias no se resuelven del todo porque sólo se tratan de forma superficial, sin revisar los hábitos o patrones que las originaron.
No se trata únicamente de buscar la técnica más popular o el producto de moda, sino de aprender a prevenir, desarrollando una mayor consciencia corporal en lo cotidiano.
Y, sobre todo, les invitaría a cambiar la pregunta. En lugar de solo preguntarse “¿Por qué me duele?”, también considerar:
“¿Para qué tengo este dolor?”
Esa pregunta abre la puerta a una comprensión más profunda del cuerpo, como un sistema que no solo reacciona, sino que se comunica y nos guía hacia el cambio.
También les sugeriría que se observen a sí mismos cuando realizan un movimiento que les genera dolor.
Que se detengan un momento a percibir cómo lo están haciendo, qué parte del cuerpo está involucrada y qué resultado están obteniendo.
Si el dolor persiste, es una señal del cuerpo que indica que algo debe modificarse.
La lectura del libro puede ayudarlos a comprender cómo alinear el cuerpo de manera más eficiente, mejorando el rendimiento y previniendo lesiones.
Al tomar consciencia de cómo se mueven y cómo se posicionan, las personas pueden aprender a cuidarse desde la raíz.
También propongo una observación inspiradora: mirar cómo se mueven los animales.
Ellos no van al gimnasio ni siguen rutinas de entrenamiento estructuradas, pero su forma natural de moverse es fluida, precisa y funcional. Su vida misma es un entrenamiento constante.
Por eso, es fundamental que nos observemos durante la vida cotidiana, no solo al hacer ejercicio o entrenar. Las posturas que adoptamos mientras trabajamos, caminamos, nos sentamos o descansamos son las que más impacto tienen, porque ahí pasamos la mayor parte del día.
Mejorar la condición física no solo alivia o previene el dolor y las lesiones.
También contribuye a reducir la irritabilidad, el malestar, la ansiedad e incluso la violencia, emociones que muchas veces están presentes en quienes viven con dolor crónico o lesiones no resueltas.
¿Por qué crees
que hay tantas personas
con dolores o lesiones hoy en día?
Porque vivimos desconectados de nosotros mismos.
Si observas al ser humano en general, verás con frecuencia señales evidentes de esa desconexión:
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Cuerpos deformados por la tensión crónica y la debilidad muscular.
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Personas que han llegado a normalizar las contracturas y las molestias físicas.
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Dificultad para mantener posturas saludables o funcionales por más de unos minutos.
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Cansancio constante, falta de energía e inflamación en el sistema digestivo.
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Alteraciones en la circulación: edemas, várices, falta de retorno venoso, dolores de cabeza, hemorroides, e incluso derrames e infartos.
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Rigidez articular y limitación en el rango de movimiento, que derivan en lesiones frecuentes.
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Y, sobre todo, distracción: muchas lesiones ocurren simplemente por no estar presentes. Es común que una persona se golpee con objetos que tiene justo enfrente, solo porque no estaba atenta a su entorno ni a su cuerpo.
Todo esto refleja una realidad: la desconexión con el cuerpo no solo nos enferma, también nos aísla de una vida plena.
Recuperar la consciencia corporal no es solo prevenir lesiones, es recuperar el vínculo con uno mismo.
El cuerpo se va acostumbrando
como las personas que viven al lado de las vías del tren, después de un tiempo, ya no lo escuchan; o las madres que no escuchan a sus hijos llorar.
Sucede lo mismo con aquellos que viven en lugares donde hay olores desagradables, con el paso del tiempo ,también dejan de olerlo o ya no les molesta.
De la misma forma sucede con los dolores,
el ser humano, parece que se va haciendo insensible
a sus molestias, y las considera normales, que forman parte de sí mismo
He visto a muchísima gente que viene a terapia y no han tenido
o han tenido muy poco aprendizaje acerca del cuidado del cuerpo con respecto a la forma de caminar, de estar de pie, de sentarse, o de hacer cualquier actividad o hábito de la vida diaria.
Se les ha recomendado salir a caminar o hacer alguna actividad física, pero no se les enseña cómo hacerlo, y eso, que en un principio se les recomendó para mejorar su estado, posiblemente les genere más lesiones.
Esta desconexión y sus consecuencias,
suceden por lo general por falta de información o de educación.

En las escuelas convendría enseñar educación física
además de deportes o juegos.
Es decir, cómo cuidar al cuerpo
al reeducar las posturas y movimientos de la vida diaria. X ej. Cómo estar parado, cómo caminar, cómo mantenerse sentado...etc.
Movimientos que harán toda la vida.
Por ser tan simples quizás, no se les pone atención,
sino que se enfocan mas en las metas deportivas.
En la mayoría de los casos
las personas aprenden a agacharse o a caminar
en el momento que ya están lastimados.
Una experiencia que me sorprendió en México fue escuchar a muchos pacientes decir que tienen tolerancia alta al dolor, como si eso fuese una virtud.
De niños les han enseñado que si son mexicanos deben aguantarse el dolor!
Si bien la resilencia o sobreponernos a los dolores o problemas nos puede ayudar a modificar las situaciones actuales; no siempre es recomendable "aguantarse" el dolor.
Una realidad que viví como paciente, fue que en las terapias de rehabilitación física, en su gran mayoría, debido a la baja remuneración que pagan las aseguradoras médicas, han tenido que generar un método de trabajo en el cual atienden a varios pacientes a la misma vez.
De esta forma, sólo ponen atención en el área afectada,
sin poder abarcar toda la mecánica corporal que estará afectando este síntoma.
Enseñar a reeducar las posturas y movimientos durante los tratamientos, no solo mejorará los resultados sino que además estará ayudando a prevenir a que no vuelva a suceder lo mismo.
Una experiencia que me sorprendió en México fue escuchar a muchos pacientes decir que tienen tolerancia alta al dolor, como si eso fuese una virtud.
De niños les han enseñado que si son mexicanos deben aguantarse el dolor!
Si bien la resilencia o sobreponernos a los dolores o problemas nos puede ayudar a modificar las situaciones actuales; no siempre es recomendable "aguantarse" el dolor.
Una realidad que viví como paciente, fue que en las terapias de rehabilitación física, en su gran mayoría, debido a la baja remuneración que pagan las aseguradoras médicas, han tenido que generar un método de trabajo en el cual atienden a varios pacientes a la misma vez.
De esta forma, sólo ponen atención en el área afectada,
sin poder abarcar toda la mecánica corporal que estará afectando este síntoma.
Enseñar a reeducar las posturas y movimientos durante los tratamientos, no solo mejorará los resultados sino que además estará ayudando a prevenir a que no vuelva a suceder lo mismo.
¿ Educación físca o Educación corporal ?
En la escuela se enseña deporte, pero rara vez se enseña conciencia del cuerpo.
Se entrena para competir, no para prevenir lesiones. Se busca rendimiento, no autoconocimiento.
A muchos nos enseñaron a correr, lanzar o saltar… pero nadie nos explicó cómo sentarnos sin colapsar, cómo leer sin tensar el cuello, cómo usar las manos sin levantar los hombros, cómo agacharnos para levantar algo sin dañar la espalda, o cómo caminar sin castigar los pies.
Y así, sin saberlo, heredamos posturas ajenas, muchas veces ineficientes o nocivas, que repetimos durante años como si fueran naturales.
Esto no es casual: El ser humano posee neuronas espejo, células cerebrales que nos permiten imitar gestos automáticamente.
Aprendemos observando, copiando, absorbiendo gestos del entorno sin cuestionarlos.
Este mecanismo, tan útil para el aprendizaje, también puede ser fuente de dolor si no desarrollamos un criterio propio.
Porque lo que hoy duele muchas veces no comenzó con un trauma, sino con un hábito repetido sin conciencia.
Muchas veces, al atender personas en consulta, no puedo evitar pensar:
si esto se hubiera enseñado desde niños, probablemente esta lesión no estaría ocurriendo.
Si desde chicos nos hubieran mostrado cómo usar bien el cuerpo en las acciones cotidianas, muchas de las dolencias que veo a diario podrían haberse evitado.
No se trata de quitar los deportes o los juegos de la escuela —que son valiosos—, sino de complementar la educación física con una verdadera educación corporal.
Una educación que no se limite a mejorar marcas, ganar competencias o practicar destrezas físicas, sino que enseñe a escuchar el cuerpo, cuidarlo, comprenderlo y habitarlo con conciencia, tanto en la actividad como en el descanso, tanto en la escuela como en casa.
¿ Que podría incluír esta Educación Corporal ?
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Fundamentos de alineación postural básica
Cómo pararse, sentarse y moverse sin colapsar el eje, con conciencia de la gravedad y organización del cuerpo.
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Ejercicios de respiración, relajación y autorregulación
Técnicas simples para calmar el sistema nervioso, liberar tensiones y reconectar con el presente.
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Percepción del apoyo de los pies y la forma de caminar
Despertar la sensibilidad plantar, mejorar la marcha y comprender cómo la pisada influye en todo el cuerpo.
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Técnicas de autoterapia y presoterapia manual
Aprender a “apretarse” con firmeza y sensibilidad, liberar puntos de tensión, usar elementos simples como pelotas o manos para aflojar zonas rígidas, y complementar con estiramientos conscientes.
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Conciencia de cómo agacharse, sentarse, acostarse, rolar y levantarse del suelo
Gestos fundamentales que rara vez se enseñan.
Reeducarlos permite mejorar la coordinación, prevenir lesiones y conservar autonomía a lo largo de la vida.
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Técnicas para aprender a caer
Todos sufrimos caídas en algún momento.
Si el cuerpo está entrenado a caer con conciencia y control, puede protegerse mejor y prevenir daños mayores.
Aprender a caer, soltar el cuerpo, rodar o amortiguar el impacto es una herramienta valiosa para toda la vida.
Y para quienes practican deportes, esto no es opcional: es una base fundamental.
Saber caer puede marcar la diferencia entre una simple anécdota y una lesión seria.
El cuerpo que ha practicado cómo caer, sabe cuidarse incluso cuando pierde el equilibrio.
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Autoobservación del dolor y las compensaciones
Saber detectar molestias al moverse, reconocer gestos que desgastan o compensaciones que se instalan sin darnos cuenta.
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Movilidad consciente y variabilidad del movimiento
Explorar diferentes formas de moverse, evitar automatismos y enriquecer la inteligencia motriz.
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Conocimiento de lesiones comunes y cómo prevenirlas
Entender qué sobrecarga las rodillas, qué tensa el cuello, qué afecta a los pies… y qué se puede modificar.
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Higiene postural en la vida cotidiana
Enseñar a vestirse sin forzar la columna, a cuidar el cuerpo al secarse, lavarse, peinarse o ponerse medias.
Lo cotidiano también es educativo.
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Posturas saludables en actividades domésticas
Barrer, limpiar, pintar, levantar objetos, tender la cama, colgar ropa…
Todas son oportunidades para observar y corregir patrones de movimiento.
En lugar de que los chicos copien posturas ineficientes que ven en casa, podrían incorporar formas seguras y conscientes de moverse desde pequeños.
Muchas de estas habilidades no se enseñan porque se da por hecho que “se aprenden solas”.
Pero en realidad, se improvisan. Y lo que se improvisa, muchas veces se compensa mal.
Y lo que se compensa mal, termina sobrecargando el cuerpo y generando dolor.
Por eso, una verdadera educación corporal no solo mejora la postura:
previene lesiones, fortalece la autonomía, desarrolla criterios propios y mejora la calidad de vida a largo plazo.
Es una forma de enseñar salud, conciencia y respeto por el cuerpo.
Y de sembrar, desde temprano, el principio de que habitarse bien también se aprende.
Una experiencia que me sorprendió en México fue escuchar a muchos pacientes decir que tienen tolerancia alta al dolor, como si eso fuese una virtud.
De niños les han enseñado que si son mexicanos deben aguantarse el dolor!
Si bien la resilencia o sobreponernos a los dolores o problemas nos puede ayudar a modificar las situaciones actuales; no siempre es recomendable "aguantarse" el dolor.
Una realidad que viví como paciente, fue que en las terapias de rehabilitación física, en su gran mayoría, debido a la baja remuneración que pagan las aseguradoras médicas, han tenido que generar un método de trabajo en el cual atienden a varios pacientes a la misma vez.
De esta forma, sólo ponen atención en el área afectada,
sin poder abarcar toda la mecánica corporal que estará afectando este síntoma.
Enseñar a reeducar las posturas y movimientos durante los tratamientos, no solo mejorará los resultados sino que además estará ayudando a prevenir a que no vuelva a suceder lo mismo.
Nos convendría prestar mas atención a las técnicas para prevenir o mantener la salud, en lugar de vivir sin conocimientos y tener que acudir a un profesional cuando el dolor o lesión se hace evidente.





